martes, 30 de agosto de 2011

Continuaré mi camino

Y cómo describirlo con palabras. Ninguna de éstas sería capaz de hacerlo.
Es tan irresistible... y a la vez tan hermoso.
Me despierto cada día, en aquel lugar, donde una nueva estrella baña mi rostro y me resguarda del frío. Con el amanecer acechando, comienza un nuevo día. Y, perezosa, remoloneo entre la suave hierba. Lentamente, me voy levantando y dejo que mi melena sea acariciada por el viento... 
 

- Parece que va a llover.
¿De quién es esa voz? Ah... claro. No podría ser otra persona.
+ ¿Tú crees? Yo veo el cielo muy despejado.
No tardó ni cinco minutos en comenzar el diluvio. Aquel paraíso se estaba convirtiendo en una enorme tumba acuática.
- Deberíamos ir a resguardarnos si queremos continuar con vida. 

 
La hierba se abre ante nosotros. La maleza se aparta, dejándonos un idóneo camino hacia la salvación. Veo como la lluvia cae sobre sus mejillas, como le marca el torso, mientras corremos, cogidos de la mano hacia la libertad. ¿Y si no llegamos a tiempo? ¿Y si nos quedamos sepultados en este bosque? No, basta de suposiciones... Ahora debo concentrarme. Sí, y correr también. Correr hacia... ¿dónde?
+ ¿Nos hemos perdido?                                                                                        
- No, no lo creo.
+ Yo diría que hemos pasado por aquí hace tan solo...
- ¡Te he dicho que no!

Gritos. Gritos y más gritos. Pero debo tragarme mi orgullo. Sé que si le suelto la mano y me encamino hacia otro sendero, no saldré con vida de aquí. ''Conserva la calma, conserva la calma...''
Estoy segura. He de confiar en él.

Y por fin, con el agua ya por los tobillos, hemos llegado. La salida del bosque está a tan solo unos pasos de nosotros...
- Espera, esto no es seguro.
+ ¿Qué? ¿Cómo no va a ser seguro? Vamos, ¡está claro que esa es la salida!
- Quédate aquí hasta que yo regrese.
+ Está bien...

Y a regañadientes, acepto una proposición que no me deja nada tranquila. Detrás de mi, un sendero lleno de maleza y agua. Ya apenas se ve el camino que hemos recorrido para llegar hasta este lugar. Delante, una luz tan cálida y profunda, que calmaría a la más fiera de las bestias.
Su figura desaparece, como una sombra en una habitación iluminada.

Silencio. Silencio y más silencio.
Espera, ¿qué es ese ruido? 

Un brazo aparece entre la luz. Es.. es su brazo. Poco a poco, va apareciendo su rostro, ensangrentado, lleno de heridas.
- ¡Huye, huye mientras puedas!
+ ¡No! ¡No te pienso dejar así!

Es una luz tan cálida... Voy a entrar.

Y cómo describirlo con palabras. Ninguna de éstas sería capaz de hacerlo.
Es tan irresistible... y a la vez tan hermoso.
Me despierto cada día, en aquel lugar, donde una nueva estrella baña mi rostro y me resguarda del frío. Con el amanecer acechando, comienza un nuevo día. Y, perezosa, remoloneo entre la suave hierba. Lentamente, me voy levantando y dejo que mi melena sea acariciada por el viento...

Y si la montaña no va a ti

¿Qué hacer cuando la montaña no va a ti? ¿Qué hacer cuando el eco de tu voz no regresa?
Tal vez intentar escalarte sea demasiado arriesgado. Eres tan inaccesible...
¿Qué me queda? No tengo el equipo necesario, no cuento con las herramientas apropiadas... no tengo nada. Nada con lo que intentar apropiarme de ti.
Y ahí estás tú, desde las alturas, observándome. Vamos, ¡muévete!



- Puedes conseguirlo, ¿Por qué no lo intentas siquiera?
+ ¿Para qué, cuando ya sé el resultado?
- ¿Y tan segura estás?
+ ¿Le has visto? Es inaccesible.
- ¿Te rendirás sin intentarlo?
+ Es una lucha en vano.
- Amiga, nada es imposible.
+ Sí, si hablamos de
la montaña.





Y no, no puedo. Qué sentir, qué hacer, qué soñar, cuando tu reto es inalcanzable.
En cuanto te vi, supe que quería llegar a tu cima. Y desde allí, saltar al vacío, expandir mis alas y echarme a volar, sin rumbo, sin destino. Tan solo sabiendo que conseguí llegar hasta lo más alto.
¿Y si ese vacío es mi muerte? ¿Y si me coges, y me lanzas a él?
No, no. ¡No quiero!


Y por eso, tras contemplarte durante días, tras dudar durante noches... Creí que lo mejor era dejarte allí. Sin ni siquiera rozar tu pie, sin llenar de heridas mi cuerpo.

Y para qué intentarlo, cuando ya sé el resultado.